¿DE QUIÉN HABLAMOS?

Sergio Pleite es un músico y cantante (compositor, arreglista, director de coro...) especializado en la música tradicional castellana, gallega, nacional e internacional.

Ofrece espectáculos musicales basados en el canto tradicional acompañados por múltiples instrumentos de percusión convencionales (panderetas, panderos, cajón peruano...) y no convencionales (criba, sartén, almirez, carajillo, bastón de cascabeles...).

Conciertos para todo tipo de eventos, acompañamiento musical con dulzaina, gaita gallega, conciertos didácticos en colegios, conservatorios, escuelas de música...

XVI CERTAMEN DE DULZAINAS "VILLA DE EL ESCORIAL"

El domingo 29 de agosto de 2010 se celebró el XVI certamen de dulzainas Villa de el Escorial, en el que se rindió homenaje a los dulzaineros Juan José Cid "Zapatones" y Mariano Ramos de Andrea "Maete".
Los allí presentes, tanto espectadores como participantes, pudimos disfrutar de la magnífica interpretación de numerosos temas tradicionales a cargo de muy diversas agrupaciones folklóricas.
Hay que destacar el modo en el que los presentadores, Asun García y Salvador Lucio, dieron paso a los participantes, siempre con su simpatía y profesionalidad.
Durante la participación de la bandina de gaitas y dulzainas Abeiros, se hizo un pequeño homenaje al organizador de dicho evento, Jesús Arribas Lobo, en el que se le hizo entrega de la partitura de la jota que lleva su nombre.

JOTA DE JESÚS ARRIBAS (Sergio Pleite)

CARTEL DE LA ROMERÍA DE LA VIRGEN DE GRACIA DE SAN LORENZO DE EL ESCORIAL

De izquierda a derecha: Barajas, Josete, Pleite y Zapatones.

Hay que reconocer que nos han clavado.

Muchísimas gracias al creador de la obra de arte, Manolo Gómez Cía, y a los romeros de la cofradía de la Virgen de Gracia por habernos dejado inmortalizados de esta manera.

LA DULZAINA. RECUERDOS DE MI NIÑEZ.

“Una historia ficticia basada en una escuela real”

Cada día, durante los escasos minutos que me quedan para dedicarme a la reflexión y el recuerdo, vuelven a mi memoria aquellos momentos de mi niñez en los que me quedaba boquiabierto, observando cómo aquellos señores, a los que todo el mundo llamaba dulzaineros y algunos también gaiteros, alegraban a las gentes de los pueblos con sus llamativas tonadillas, jotas, unos bailes en los que toda la gente danzaba formando una especie de rueda alrededor de un gran olmo que había en medio de la plaza y un sinfín de bailes diferentes a los que ahora mismo no podría poner nombre. Son los momentos en los que revivo una sensación de pertenencia a una cultura, a una sociedad que se ha ido viendo transformada con las innumerables mutaciones que en ocasiones mejoran y en otras desmejoran o simplemente cambian lo ya existente.

Los entendidos en la materia aseguran que hubo un tiempo, treinta años atrás, en el que, por muy diversos motivos, casi desaparecen tan nobles tradiciones. También cuentan que hubo un grupo de dulzaineros, de los cuales ya quedan muy pocos, que, a pesar de las penurias que pasaron luchando por vivir del tañer de la dulzaina, consiguieron hacer perdurar en el tiempo el eco de las melodías arrancadas de ese trozo de madera con tanto cariño moldeada. He oído nombrar a un tal Agapito Marazuela, que debió ser tan popular en vivo como lo es ahora tras veintisiete años desde su desaparición; el nombre de otros, no tan conocidos como el ilustre folklorista, también ha llegado a mis atentos oídos: Mariano “Silverio”, Luis Barreno, los “Talaos”, el Tío Tocino… qué sonrisa se me dibuja en la cara tras oír tan curioso nombre. Es posible que, si no hubiera sido por ellos y por otros muchos, pocos vestigios nos estarían iluminando un futuro “dulzainístico” tan esperanzador. Navegando por Internet he podido descubrir que, durante los últimos años, se han ido creando escuelas de dulzaina en muchos de los pueblos de la sierra y ya hay dulzaineros suficientes como para que no vuelva a verse amenazada la tradición.

Creo que aún no he mencionado que, desde hace bastante tiempo, vivo en un pueblecito convertido en urbe de considerable tamaño de la zona noroeste de la Comunidad de Madrid: Villanueva del Pardillo. Población en la que, gracias a una asociación, presidida espiritualmente por la Virgen del Soto (la cual le da nombre) y los sacerdotes de la parroquia de San Lucas Evangelista, Gabriel y Enrique, hace poco más de un año se creó una escuela de dulzaina y percusión y un grupo de bailes tradicionales que, según me han dicho, se confeccionan sus propias indumentarias. Dado que mi mayor interés reside en el aprendizaje del manejo de la dulzaina, tras acudir a la parroquia en busca de información, me han dicho que los lunes por la tarde se reúne en los salones parroquiales un grupo de amiguetes que, además de recibir las lecciones de un maestro bastante chistoso, comparten muy buenos momentos y se lo pasan de miedo. Creo que me voy a decidir y voy a ir a probar. Estoy seguro de que mi afición por la música va a hacer que aprenda en poco tiempo.

Si algún día consigo formar parte del grupo de dulzaineros que nos alegra el alma en las romerías, podré mirar hacia el cielo y dedicar mis humildes interpretaciones a todos aquellos que hicieron posible que no cayera en el olvido ese entrañable tubo de madera. La DULZAINA.
SERGIO PLEITE CRISTÓBAL
Dulzainero agradecido.